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Mapa de vinos italianos

Los vinos italianos son, al igual que los franceses, un punto de referencia para la enología internacional en virtud de su antigua tradición. Está demostrado que la producción de vino en Italia comenzó en la época etrusca, hacia el siglo VIII a.C. Continuó con los griegos, pero fue con los romanos cuando se conoció el verdadero punto de inflexión, ya que su compromiso fue firme en la difusión de las técnicas de elaboración y en la comercialización de los vinos en toda Europa. Tras la caída del Imperio Romano se produjo una paralización en todo el sector, hasta que importantes comerciantes de la época, entre los que se encontraban las antiguas familias nobles Antinori y Frescobaldi, iniciaron un comercio próspero, especialmente con los países de más allá de los Alpes, en particular con Burdeos. Piamonte y Toscana fueron las regiones en las que, también gracias a la aplicación de los conocimientos franceses, se produjo un fuerte impulso productivo: los primeros Barolo, Brunello y Chianti nacieron en este periodo. Pero, con la llegada de la filoxera y el advenimiento de las dos guerras mundiales, la viticultura italiana sufrió un nuevo freno. Después de la guerra hubo una recuperación definitiva aunque la atención de los viticultores se desplazó hacia la adopción de variedades autóctonas e internacionales que dieron vida a grandes vinos toscanos.

Hoy en día Italia ha alcanzado niveles importantes, convirtiéndose en un gigante de la producción de vino a nivel mundial, tanto en cantidad como en gran calidad. El sistema de regulación para la protección de la calidad clasifica a los vinos italianos como vinos de mesa, producidos al margen de la normativa. En términos de calidad superior encontramos los vinos con Indicación Geográfica Típica (IGT), que al menos en un 85% proceden de la zona geográfica de su propio nombre. Por otro lado, el Vino de Calidad Producido en una Región Determinada (VQPRD), que se elabora en zonas vitícolas especialmente idóneas, se encuentra en un escalón superior. Entre ellos es posible distinguir los vinos con Denominación de Origen Controlada (DOC), en los que toda la producción está sometida a controles de calidad y cumplimiento, y los vinos con Denominación de Origen Controlada y Garantizada, en los que los vinos siguen los controles más rígidos. Dentro de cada denominación, la legislación también prevé subzonas, es decir, zonas particulares limitadas a un municipio, una finca o un viñedo que están sujetas a normas aún más estrictas y, por tanto, representan vinos de calidad superior. Para los vinos producidos en las zonas históricas de cada denominación, se prevé la mención "Classico", "Superiore" para los vinos con un grado alcohólico un 1% superior al mínimo establecido por el pliego de condiciones, y "Riserva" para los vinos que se someten a un periodo de crianza mucho más largo que el mínimo exigido por el pliego de condiciones.

Italia se caracteriza por un patrimonio muy importante de variedades autóctonas que se adaptan mejor en unas regiones que en otras, ofreciendo resultados excelentes y únicos. En el norte de Italia reconocemos la alta calidad de los vinos tintos piamonteses, producidos con variedades autóctonas como Nebbiolo, Barbera, Dolcetto. Valle d'Aosta, Friuli Venezia Giulia con sus vinos Gewürztraminer y Ribolla Gialla, y Alto Adige, mantienen la primacía de los blancos italianos, que, en virtud de las condiciones climáticas, tienen características inimitables en otros lugares. En el Veneto, se produce uno de los espumosos más famosos del mundo, que deriva de uvas puras de Glera, concretamente Prosecco. Casos excepcionales, en Lombardía, son Franciacorta, y los espumosos Trento DOC, en los que las variedades internacionales de chardonnay y pinot noir han tenido especial éxito, dando vida a excepcionales espumosos del Método Clásico. Bajando por Italia se encuentran los frescos blancos de Liguria elaborados con uva Vermentino, el Lambrusco Emilia, y los grandes tintos toscanos nacidos de la uva principal Sangiovese. Muy particulares y muy interesantes son el Verdicchio Marche, el Sagrantino de Umbria, pero también los vinos Trebbiano y Montepulciano d'Abruzzo. Campania se ha dado a conocer por los vinos blancos elaborados con las uvas Falanghina, Greco Bianco di Tufo y Fiano, mientras que Basilicata es el reino indiscutible del Aglianico, que encuentra su máxima expresión en Aglianico del Vulture. En Puglia encontramos vinos tintos extraordinarios a base de Negroamaro pero sobre todo el Primitivo di Manduria obtenido de las uvas homónimas. Y de nuevo recordamos los grandes vinos sicilianos: los grandes tintos elaborados con uvas Nero d'Avola o los blancos producidos con uvas Grillo y Catarratto. Por último, con la Cannonau de Cerdeña y los tintos elaborados con uvas Carignano.

Fue fundamental la inspiración que supusieron los Super Toscanos italianos, que desencadenaron de forma contundente y decisiva el deseo de experimentar con las grandes variedades internacionales en viñedos italianos. El resultado son vinos legendarios como Sassicaia, Masseto, Ornellaia, Tignanello. Además, no hay que olvidar que en Italia existen importantes vinos de licor como el Marsala siciliano, vinos aromatizados de gran prestigio como el Vermouth y un destilado que se produce únicamente con orujo italiano y que, por tanto, sólo es posible producir en el Bel Paese, es decir, Grappa.

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